lunes, 1 de febrero de 2010

RECUERDOS DE MI VIDA

Hola a todos.
Os dejo aquí un escrito de Francisca Comino Matas, una usuaria del Centro Guadalinfo.
Paquita nos habla de cómo vivía en los años 40-50.
Os animo a leerlo y a dejar vuestros comentarios.
Seguro que os gustará.

RECUERDOS DE MI VIDA


Allá por el año 1948 ó 1949, el l15 de mayo, se celebraba el día de San Isidro Labrador. En un cortijo a cierta distancia de donde yo vivía, había una función organizada por cuatro personas, que eran los mayordomos. Uno de ellos era el chico que a mi me gustaba. Les dije a mis hermanas:

-Vamos a decirle a nuestro padre que nos lleve.

Ellas querían ir también pero no con tanto empeño con yo. Se lo dijimos a mi madre. Ella nos dijo que no, pero le insistimos mucho. Entonces, nos dijo que se lo dijéramos a papá.

Mi padre se había ido ya a trabajar al campo. Una hermana mía y yo fuimos donde estaba y le dijimos lo que queríamos. El nos dijo que no podíamos ir porque los mulos estaban trabajando y no iban a dejar el trabajo para que fuéramos a la función. Nosotras le dijmos:

-Papá, la burra está parada. La llevamos para que se suba mamá y nosotras vamos andando.

No estaba muy convencido. Le insistimos tanto que nos dijo:

-Bueno, si os lleva vuestra madre haced lo que queráis.

Lo abrazamos, lo besamos y nos fuimos corriendo a la casa. Al llegar gritamos:

-¡Mamá, mamá! ¡Dice papá que vayamos!

Aparejamos la burra con la albarda y nos arreglamos.

Hacía un día de primavera muy soleado. Mis hermanas y yo nos habíamos comprado unos sombreros muy bonitos para el día de San Marcos y nos los pusimos. Íbamos muy elegantes.

Cuando llegamos había una orquesta muy buena. Parecía que las piedras se movían con aquella música.

El chico, que era amigo mío, estaba dentro del cortijo en una habitación que le habían dado a los que organizaban la función para que pusieran las bebidas y las demás cosas, con las que invitaban a la gente.

Alguien le dijo que habíamos llegado. Inmediatamente salió a recibirnos con alegría.

¡Cómo me miraba! Con aquellos ojos verdosos y adormilados. A mi me parecía estar flotando en el aire.

Quiso que entráramos. Nos invitó a un vaso de arresol y roscos de huevo.

Mereció la pena el esfuerzo que hice para poder ir. Este recuerdo no lo olvidaré en mi vida.

Con el paso de los años ese chico fue el padre de mis hijos.


Francisca Comino Matas




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